Somos semillas de poeta.

Sentada en la gran butaca del confort abrí un día el libro titulado: POETICA. Reconocí mi ignorancia y sentí perturbación. Cual invidente, que sin ver el río por el que podría transitar escucha sus sonidos, me lancé a su lectura. No solo por arrojo más bien por dignidad. Descubrí: Aristóteles (años 334-330 a. e), el discípulo de Platón, el maestro de la escuela peripatética (paseando), el primero en investigar y sistematizar las teorías literarias no estudiadas con anterioridad. El mismo que señaló a todas las artes (pintura, canto, danza y la palabra) como imitación, en griego, mímesis. Y que por ser la mímesis connatural a los humanos nos produce aprendizaje, placer y gusto por ellas. Esa imitación de costumbres, padecimientos y acciones, fabuladas, definen la “poética”. Ya no como título de un libro sino como esa avidez de convertir en sensaciones, imágenes, u otras, aquello que nos causa admiración, sorpresa, enojo, dolor, o deleite. Es el ejercicio del “pensamiento” (abstracto) en el que la búsqueda del vocablo figura o metáfora precisa debe envolver de la mejor manera el hecho hasta satisfacer los propios sentidos y causar una nueva emoción en el interlocutor. Así quedó descrito el momento de la creación artística que se reflejará (concreto) en un texto, un canto, una pintura, una imagen o una danza.

Para ello posicionó el concepto de “poesía”. Diferente de “poema”. Todo “poema” es poesía, más no toda “poesía” es un poema. Me explico. La poesía está de forma innata en cada individuo. Está en el campesino, rural, quien, a pesar de las circunstancias de su economía familiar, no deja su tierra porque añora la quietud, el silencio, la sonoridad de la naturaleza; les habla a sus cultivos, a sus animales, les pone nombre; hace y se sienta a oler un café, se inventa frases premonitorias como aquella que “si no llueve este mes, la cosecha será tardía”. 

Así mismo, está la “poesía” en los citadinos quienes corren la cortina apresurados porque salió la luna o el atardecer es diferente ese día. Está en aquellos que no encuentran el vocablo preciso y compran una tarjeta hecha por otros o envían flores encargadas por internet. Los que llaman a una emisora a dedicar una canción. Y más reciente quienes envían un emoticono por WhatsApp indicándonos un sentimiento. No es gratuito que si vemos una flor, un corazón, una paloma los asociamos a un querer, pero si vemos un arma, un pasamontaña, ahora un tapaboca imaginamos prevención, agresión o atención.

Lo anterior para entender que la poesía forma parte de la vida de la gente. No solo en los que escriben o verbalizan su emoción, es un germen inherente y está en todas las formas de la expresión humana. Somos semillas de poeta. Poeta en sentido general. Es decir, que si un símbolo, una imagen, nos coloca en estado de sumisión, una frase va más allá de la descripción y nos toca el subconsciente o lo subliminal. Es reciente el ejemplo de un video, que circuló en redes cuya expresión “el cambio es en primera”, hecho en un vehículo, ha traído muchas consecuencias. En tanto que trasmuta la realidad con un sentido velado y otro evidente, en complicidad con el lector, puede traer beneficios, como también males, de acuerdo con la interpretación que se le dé. Palabras, frases, eufemismos, imágenes, vestidos, cantos hacen parte de esas provisiones poéticas para la comunicación.  

Y llegamos al “poema”. Es el que se escribe en versos. Se define como “la respuesta a la pregunta que solo responde el mismo poema”. Tiene códigos, figuras literarias (símil, metáfora, anáfora, epífora, epifonema, entre otras) y además puede escribirse en prosa. Para ello, es necesario someterse a unas reglas (las que haya) que como las planteadas por Horacio, acercándola a la pintura, debe tener homogeneidad y unidad; un estilo, o varios, así estos hoy no sean de aplicación inminente y mediar una concordancia del tema con el estilo del lenguaje.  

¿Y qué sigue después de haber descubierto la realidad de la poética, la poesía y los poemas? 

Es un tanto aventurado, pero si somos semillas de poeta y la intención es trasmitir un mensaje, para crear inquietud en el lector, el género que se adopte es cuestión de decisión para abordar uno u otro. Será un trabajo de orfebre o relojero y se corre el riesgo, muchas veces, de dejar la obra de arte como producto inacabado.

Volviendo al principio, ¡Extraordinario!, exclamé. Arrojé la venda y empecé a navegar por ese río, con un pie en el canon y otro en el futuro. Este fue el resultado.

DE ALGUNA PARTE

Espero ansiosa la llegada del próximo tren. Soy adulta y de color diferente. Ayer la muerte acechó mis pasos, así como también, alguna vez la alegría me cubrió con su capa las penas. Oculta estoy bajo la neblina gaseosa de un invierno donde el frío congela los huesos, sangra la nariz y las manos yacen entumecidas. Cual enjambre de abejas zumban mis oídos y aun espero ansiosa la llegada del próximo tren. Esperaré mi nueva identidad e historia, aquella que olvidará mi procedencia. Me llamaré Mery en lugar de María y al cumplir las normas del exilio me apellidaré Smith para borrar de la memoria parentescos.

¿Sabes adónde fue mi nacimiento? En alguna parte y ya no importa. Ahora lucho contra la estupidez de la existencia.

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